
Si había algo que me entusiasmaba especialmente de nuestro viaje a Chile, era Kidzania. Un lugar pensado especialmente para los chicos. Me cuesta clasificarlo, no sería un parque o un museo, creo que lo más cercado sería una ciudad de y para niños.
No es solo un lugar para jugar y divertirse sino también para aprender y en cierta forma trabajar. Al ingresar a Kidzania los niños reciben dinero ficticio que podrán emplear para determinados juegos o actividades. Al mismo tiempo, pueden obtener dinero trabajando en alguno de los muchos comercios que hay en toda la ciudad. La edad recomendada es de 4 a 14 años.
Las actividades son casi exclusivamente para los niños, salvo algunas pocas donde pueden participar los adultos también. Todo esto nos lo explican al entrar, en un sistema parecido a realizar un check-in para un vuelo. Al mismo tiempo nos colocan unas pulseras a grandes y chicos, que guardan registro de donde estuvo cada uno por si hace falta localizar a alguien. Las entradas valen CLP 22.950 para adultos y CLP 12.950 para niños. Comprando online cuesta CLP 1.000 menos cada ticket. Eso hicimos mientras estábamos llegando luego de bajar del metro.

Una vez adentro hicimos una recorrida por el lugar para conocerlo y buscar alguna actividad que le interese a Nico. En todas hay una breve explicación junto con la edad recomendada. Además, avisan a que hora comienza el siguiente turno. Está bueno así uno va calculando que hacer y en todo caso ya ponerse en la fila.

El primer juego que eligió Nico fue el de los bomberos. Primero hay que ir al cuartel para un pequeño entrenamiento y luego se suben a la autobomba para apagar el incendio de un hotel. Fue un gran comienzo para nuestro pequeño que muy entusiasmado siguió las indicaciones del personal y contrarrestó el fuego.

Luego fuimos a un Jumbo, donde le tocó ser repositor. Con mucha paciencia fue con su changuito guardando cada cosa en su lugar. La verdad el personal de Kidzania siempre muy atento y paciente con los chicos. De esta manera obtuvo su paga, que luego utilizó para comprarnos unos pases para los adultos en el laberinto de espejos.

Habíamos arrancado muy bien, pero ahí se terminó la diversión. Nico pidió irse al departamento, pese a que le mostramos varias veces todo lo que tenía para hacer. Había actividades donde los niños pueden hacer su propia comida, ser pilotos de avión, periodistas, locutores, mecánicos, repartidores, doctores, policías, veterinarios, etc.

La afluencia de gente era normal y los tiempos de espera en cada juego eran cortos. Algunos no tenían fila suficiente para esperar más que el siguiente turno. En otros a lo sumo 10/15 minutos. Lamentablemente nos fuimos con sabor a muy poco, el inicio fue prometedor con Nico entusiasmado jugando pero de repente todo se derrumbó. Tiempo después lo escribo más tranquilo pero fue muy frustrante para mi que no hayamos podido aprovechar tan lindo lugar, bien armado y preparado. Pero son cosas que pueden pasar, así son los chicos.

Recomiendo revisar la página oficial porque los días y horarios de apertura cambian según la época. Durante el año abren solamente de viernes a domingo pero en vacaciones están todos los días.
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