Hace poco hablábamos con un amigo que va a emprender un viaje a Europa en solitario. Su pasaje es ida y vuelta a Madrid pero en el medio está la intención de hacer un mini recorrido europeo. El impedimento que nos comentaba es que le daba inseguridad no hacerse entender con el idioma. Así fue que nos dio el disparador sobre escribir acerca de los temores de viajar al exterior solo.
Obviamente que nosotros como viajeros intentamos quitarle el miedo y contarle nuestras experiencias en países donde prácticamente no entendemos nada del idioma. Como el caso de Francia o Países Bajos. Más precisamente en el primero el temor es algo bastante difundido, se dice que a los franceses no les gusta que les hablen en inglés.
En primer lugar, no nos tocó ningún francés que se haya ofuscado por motivos idiomaticos. Fuimos dos veces a París y no hemos tenido ese problema. Con solo decir bonjour (buenos días) y merci (gracias) ya tenemos medio partido ganado. Además, son ciudades que viven mucho del turismo y por lo tanto están preparadas para recibir extranjeros. El caso de Ámsterdam es un ejemplo muy concreto: casi toda su cartelería está en neerlandés y también en inglés.
Hoy en día los teléfonos celulares y la tecnología ayudan mucho a cortar esa barrera. Tenemos traductores e incluso existen aplicaciones que al enfocar la cámara sobre un cartel o papel, nos traduce de inmediato lo que está escrito. Contamos con acceso a mapas y redes de transporte publico a un botón de distancia. Además se está reduciendo la interacción entre las personas (en todos los aspectos, no solo en cuanto al turismo). Es posible pagar casi todo con el celular o a través de una máquina sin mediar palabra con nadie.
Siempre hablamos con Dani que en todos estos años de viajes no nos pasó casi nunca de tener que preguntar a alguien donde estaba cierto lugar o como se hace determinada cosa. Especialmente en Estados Unidos, absolutamente todo está perfectamente indicado y señalizado.
No olvidemos tampoco el lenguaje corporal y las señas. A veces basta con señalar una cosa para que la otra persona entienda lo que queremos. Y los números se escriben igual en todo el mundo (o casi).
La verdad que en la actualidad el idioma no es un impedimento para los viajes. Sino muy poca gente occidental viajaría a Japón, por poner un ejemplo. Lo mismo aplica a la enorme cantidad de chinos dando vueltas por todo el mundo. Distinto es el temor a un problema de salud o alguna emergencia. Sin dudas que viajar sin asistencia al viajero no es opción. No obstante, esas cosas nos pueden pasar acá también estando solos.
En mi caso, me genera más inseguridad viajar con un niño pequeño. Me asusta la posibilidad de tener una emergencia en viaje. Me siento responsable de su integridad, también en la vida cotidiana por supuesto, pero me da cierta culpa que sea en un viaje. Si bien eso va cambiando ahora que él pide todo el tiempo ir de viaje (especialmente a un hotel).
Viajar al exterior solo también está bueno como un desafío personal. De ponerse obstáculos para ver como podemos resolverlos. Resulta gratificante poder solucionar por nuestra cuenta algún inconveniente que se presenta. Creo yo que es parte de lo enriquecedor de los viajes, más allá de conocer lugares puntuales o determinada cultura. Podemos descubrir cosas de nosotros mismos que no teníamos en cuenta.
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