Ya de vuelta en casa tras un segundo viaje a Europa, comparábamos con lo que fue nuestra primera visita. Recordamos que habíamos tenido un par de manifestaciones y un viejo post que escribimos al respecto. Aquella llegada al Viejo Continente arrancó movidita con una protesta catalana en pleno Madrid (acá lo contamos) el mismo día que llegamos.
A la semana siguiente esquivamos con lo justo la clásica marcha de los chalecos amarillos en París: nos tomamos el tren para ir a Londres horas antes que comience la manifestación. Pero no nos íbamos a salvar de una contra el Brexit.
Luego de dejar nuestras cosas en el alojamiento londinense, nos dispusimos a recorrer la ciudad. Arrancamos en el London Eye donde tuvimos una linda vista panorámica de la capital inglesa (aunque estuvo mejor la de The Shard).
Ya desde las alturas comenzamos a vislumbrar un importante amontonamiento de gente por Trafalgar Square.
Nuestra idea era ir hasta el Museo Britanico, lo más cómodo sería ir en metro. Yo tuve la genial idea de ir caminando desde ahí, así podríamos ir conociendo mejor la ciudad.
La anfitriona del Airbnb nos había avisado sobre la marcha contra el Brexit pero no le dimos mucha importancia.
Al acercarnos al epicentro de la manifestación, veíamos cada vez más gente, mucho movimiento, escenarios…
Varias calles estaban cortadas, quedando peatonales para el desplazamiento de la gente.
En un momento se hizo muy difícil avanzar, terminamos atrapados en la multitud. Estábamos maldiciendo nuestra decisión de tomar ese camino por lo que decidimos acudir a Google Maps.
Un consejo es siempre descargar los mapas de las ciudades que visiten. De esta manera, quedarán guardados en su celular aunque no tengan internet. Pudimos desviarnos abriéndonos un poco del recorrido original pero ganando valiosos minutos.
Luego de terminada otra larga jornada emprendimos el regreso pero ahora si en el fantástico metro londinense. Al llegar al departamento, conversamos con la dueña y nos contó que estuvo en la marcha y que fueron un millón de personas!
No iba a ser la última: a los pocos días nos toparíamos con una protesta de taxistas justo donde pensábamos tomarnos el bus turístico…
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