Después de un tiempo volvimos a conocer un mercado, esos lugares que concentran a turistas y locales. En este hablamos de uno con mucha tradición: el mercado de San Miguel en Salta.
Vaya si tiene historia con casi 150 años de existencia. Fue cambiando de manos pero siempre en la misma ubicación, delimitado en las calles Urquiza, La Florida, Ituzaingó y Av. San Martín. Está a unos 500 metros de la plaza 9 de Julio, la principal de la ciudad.
Es el lugar ideal para llevarse todo tipo de condimentos. Están constantemente exhibidos con sus llamativos colores y siempre a la vista de los potenciales clientes. Por supuesto que los vendedores nos querrán tentar en todo momento para que compremos sus productos. Es parte del encanto del mercado.
Vamos a encontrarnos con mucha gente local que va a abastecerse de productos frescos. Carnes, pescados, especias, frutas, verduras y productos regionales sobresalen en la oferta. Pero no solo alimentos se consiguen en el mercado. Ropa, tecnología, calzado, accesorios y hasta servicio técnico de celulares son parte de la variedad que encontraremos en sus pasillos.
Pero la estrella del mercado de San Miguel de Salta es la gastronomía. Es muy famoso por las pizzas pero sinceramente no fuimos por ellas. Buscábamos algo más regional: humitas, tamales, empanadas, sopa de maní, etc. Hay varios restaurantes para comer al paso e incluso sentarse un rato. Terminamos en uno ubicado en el primer piso.
Pedimos la sopa de maní y nos quedamos incrédulos al ver el precio: $1.000 (en junio 2024 eso era menos de 80 centavos de dólar). No esperen grandes lujos ni presentación muy pomposa, es cocina casera en un lugar bien local. Veremos pasar gente de un lado a otro haciendo las compras y también gran cantidad de vendedores ambulantes mostrando sus productos. Nos topamos con no menos de 10 de ellos durante la comida que nos ofrecieron vender algo.
Nico pidió unos fideos con manteca que no estaban en la carta pero amablemente nos lo prepararon. Para completar la faena pedimos una Marinaro de granadina, una gaseosa salteña muy popular que también probamos con sabor limonada. Los tres platos de comida junto con la gaseosa costaron $7.500. Creo que fue el almuerzo para tres personas más barato de nuestras vidas.
La visita al mercado es toda una experiencia en si misma. Es muy concurrido y tiene sus ritmos, sabores y olores propios. Nos muestran el día a día de los vecinos y nos permite conocer un poco sus costumbres. Bien vale la pena darse una vuelta.
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