No fue fácil encontrar hospedaje en Chicago. Es una ciudad cara para alojarse. Buscábamos y buscábamos por Airbnb y todo nos resultaba demasiado costoso. Hasta que apareció un alojamiento en un sótano. Se veía bien, normal. Buenas reseñas. ¿Y si le damos la oportunidad? ¿Qué tan malo podría ser? Nos decidimos y reservamos. Y ahora les contaremos cómo nos fue.
El precio de este alojamiento fue excelente y tiene que ver, más que por el sótano, con la ubicación. Son apenas cuatro estaciones de metro hasta el Loop (estábamos a un par de cuadras de la Green Line, estación Kedzie), pero esta zona, cercana a Garfield Park, no es la mejor. A ver, no vimos nada raro, más que algunas personas deambulando cada tanto… y solo eso, porque la verdad no nos cruzábamos a casi nadie. Y eso era lo más difícil. Venir del Loop lleno de gente y llegar a un barrio donde como mucho te cruzás a un par de borrachos… Honestamente, esas dos cuadras del metro al alojamiento me costaban bastante en el sentido de que me sentía insegura, pero creo que también es porque es un lugar que uno no conoce.
Esto también nos obligaba a planificar muy bien las compras de provisiones, que fueron todas en el Loop. Una vez que llegábamos al alojamiento después de recorrer todo el día, ya no volvíamos a salir y menos de noche. Tomamos esa precaución.
Yendo al alojamiento en sí, fue casi perfecto. La casa es del siglo XIX y su dueño la está remodelando. A mí me entusiasma alojarme en lugares con historia así que estaba feliz.
El sótano tiene entrada independiente, con código. Así que entramos rápidamente al llegar. La cocina estaba completísima. Pudimos cocinar sin problemas porque no faltaba nada. El baño, perfecto. Más grande de lo que se pudiera imaginar para un sótano. La televisión contaba con varios canales y aplicaciones y eso hizo que Nico se mantuviera entretenido. El aire acondicionado funcionó bien y nos ayudó cuando el ambiente estaba algo caliente, pero en líneas generales lo usamos poco. De noche refrescaba, abríamos la ventana y con eso estábamos bien.
El espacio en general obviamente no es súper grande, pero estuvo acorde. No es más que para dos personas, como mucho tres. Veníamos de recorrer todo el día y estábamos cansados. No necesitábamos más que poder bañarnos, cenar y dormir. Pero por si hiciera falta lugar para despejarse, la casa cuenta con un muy lindo parque con juegos infantiles que estuvimos disfrutando.
Quizás las únicas dos grandes contras fueron las camas (son sillones cama, por lo tanto, no son cómodos como una cama) y lo que ya dijimos, la ubicación.
Párrafo aparte para nuestro host, Robert. ¡Un genio! Se comunicó todo el tiempo con nosotros y luego charlamos bastante en el parque de la casa. Conocimos a su perra, Bella, que se hizo amiga de Nico inmediatamente. Realmente un 10.
Fue nuestra primera vez en un sótano y seguramente no será la última 🙂
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