Para quienes nos siguen hace un tiempo, habrán visto que fuimos a distintas fiestas populares. Ya sean provinciales, nacionales o eventos organizados de manera local. Siempre bajo la excusa de homenajear alguna comida o plato típico regional.
Son celebraciones que en la mayoría de los casos se realizan en pequeñas localidades o ciudades. Para ellas, son EL evento del año y lo esperan ansiosamente. Es la oportunidad de darse a conocer y por supuesto un acontecimiento muy importante para la economía local. Estas fiestas son transversales como el turismo, atraviesan a distintas actividades dinamizando sus economías.
No solo se exponen productos relacionados a la fiesta que nos convoca, sino que incluye a comerciantes locales, artesanos, emprendedores, artistas, establecimientos hoteleros, gastronómicos, etc. Hace poco estuvimos en Expo Cañuelas, donde también se celebraba la fiesta provincial del dulce de leche. Sinceramente había muy pocos puestos exclusivos de nuestro querido manjar, pero el lugar rebalsaba de food trucks, venta de artesanías, alfajores y productos regionales.
Nos gusta asistir porque están pensadas para pasar una linda jornada en familia. Suelen ser predios amplios, con atracciones para todos los gustos y edades. Casi nunca falta el espacio con juegos para los más chicos ni el escenario donde los artistas locales se dan a conocer. Siempre vemos gente de todas las edades bailar al ritmo de folclore.
Además, nos brindan la oportunidad de conocer destinos que quizás de otra manera no entrarían en el radar turístico. Y en lo que tiene que ver con la gastronomía casi nunca fallan: abundan la comida casera y los productos frescos. Todavía recordamos las tortas fritas ganadoras en Mercedes o la panzada de alfajores que nos dimos en La Falda.
Son una manera de recordar nuestra historia y celebrarla. Ya sea a través de la música, la comida, el arte o su mera divulgación. Por supuesto que son todo un acontecimiento social, especialmente para los locales que ven movilizado completamente su lugar.
Sobre todo, las fiestas populares mantienen viva la cultura y las tradiciones. Fomentando a que las nuevas generaciones abracen y continúen las costumbres. En muchos casos adaptándose a los tiempos que corren pero sin perder la esencia de lo que son.
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