La excursión de avistaje de ballenas en Península Valdés

Cuando uno planifica un viaje a la Península Valdés tiene por lo general un objetivo muy específico: ver ballenas. La ballena franca austral, más precisamente, que es la gran estrella. Hace poco cumplimos uno de esos grandes objetivos viajeros y pasamos a contarles los pormenores de la excursión de avistaje, que es la forma más habitual de tenerlas cerquita (además de poder verlas en El Doradillo).

Debemos decir que lo primero que nos ocurrió fue horrorizarnos un poco con el precio. Sin dudas, más allá del contexto económico, fue la excursión más cara que hicimos en el país. Primera piña: no es para todos. Lo bueno es que al menos pudimos abonarla en tres cuotas sin interés, cargarla en Previaje y que Nico no pagó, porque viajamos antes de que cumpliera los 4 años.

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Jorge Schmid, histórica empresa de avistaje con la que hicimos la excursión. Todas las empresas tienen el mismo precio

La adquirimos a través de la página de Turismo Puma y el proveedor del servicio fue una de las históricas empresas de avistajes, la de Jorge Schmid. Para llegar a Puerto Pirámides, que es desde donde sale la excursión, alquilamos auto. Nos convenía mucho más que contratar el traslado. Ya les contamos en este post la movida que tuvimos que hacer de ir a buscar el vehículo a Trelew.

Para acceder a la Península hay que abonar un ingreso. Se trata de una especie de cabina de peaje en el istmo Ameghino. Pudimos pagarlo con tarjeta Previaje. Allí nos comentaron que podíamos parar en el centro de visitantes ubicado unos kilómetros más adelante. El mismo cuenta con un mirador. A la ida estábamos relativamente apurados por llegar y a la vuelta Nico venía dormido, así que nos quedamos con las ganas.

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Pagamos $3100 por persona más el ingreso del auto, Nico no pagó (Octubre 2023)

Ya en Puerto Pirámides dejamos el auto cerca del local de Jorge Schmid, presentamos nuestros vouchers y esperamos el inicio de la excursión. Nos colocaron los chalecos salvavidas y caminamos por la playa para subir al barco en un día realmente espléndido y casi sin viento.

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Llegando a Puerto Pirámides

En Pirámides no hay muelle, de manera que el barco es arrastrado por un trailer movido por un tractor hacia el agua. El barco es más chico de lo que esperaba y entramos muy justos. Luego de recibir las instrucciones de seguridad y de unos 15 minutos de navegación, nos detuvimos para esperar por la magia. Porque claro, para que ellas se acerquen hay que apagar los motores.

De a poco fueron apareciendo. Lejos al principio, más cerca al final, las ballenas aparecían tímidamente con sus crías, lanzando sus famosos chorros de agua y emitiendo sonidos muy particulares. No fueron tantas, no las tuvimos exactamente al lado.

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Una de las veces que, con algo de zoom, pudimos retratar a la majestuosa ballena franca austral

Me pasaron muchas cosas con esta excursión. No se si fue lo que esperaba. Quizás uno tiene expectativas demasiado altas. Cree que van a pasar por al lado y que uno les va a tocar el lomo como a los delfines de Mundo Marino (dicho sea de paso, nunca fui y en realidad estoy bastante en contra de tener animales en cautiverio) o que las va a ver saltar como a la orca de Liberen a Willy. Hay que entender que ellas se acercan si quieren.

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Dicho esto, creo que es excesivamente costosa para el resultado final que se puede obtener. No me fui fascinada como sí me pasó al navegar el canal Beagle o al recorrer los Esteros del Iberá. No me emocioné, como diría Moria en una devolución del Bailando. Asimismo, el barco me pareció incómodo. Me sentía una sardina, casi teniendo que pelear por ver, sacar una foto o grabar algo.

Si hicieron la excursión, me gustaría que me contaran si les pasó algo similar. Yo siento eso, que no me terminó de satisfacer del todo por estos motivos y apenas finalizada la excursión, charlando con Ger en el regreso a Madryn, nos dimos cuenta que pensábamos lo mismo. No la haría nuevamente, si me preguntan hoy. Pero sí RE volvería a Madryn para apreciarlas desde la hermosa paz de El Doradillo. Y porque además nos quedó pendiente ver pingüinos, lobos marinos y demás… La Península es un grandísimo plan para más de una vez en la vida.

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