El Chicago Children’s Museum

En la espectacular ciudad del viento no faltan atracciones para chicos. Si hubiera un ranking para clasificarlas, sin dudas el Chicago Children’s Museum estaría en el podio.

Como siempre fomentamos desde acá, hay que investigar antes de viajar porque siempre se encuentra algo. En este caso, viendo la página web del museo notamos que tienen días donde no se cobra entrada. Son los últimos jueves de ciertos meses y justamente uno de ellos nos iba a tener a nosotros en la ciudad. Entonces acomodamos el itinerario para visitarlo el jueves y ahorrarnos los U$S 21 que sale la entrada tanto para los adultos como para niños.

El Chicago Children’s Museum se ubica en el Navy Pier. Hay muchos juegos, restaurantes, tiendas e incluso la noria de Chicago se encuentra allí. Nosotros llegamos tomando el bus 29 desde el centro de la ciudad, hay otras líneas que también llegan e incluso el Big Bus Hop-On Hop-Off tiene una parada especifica en el Navy Pier.

Al llegar nos colocan unas cintas identificatorias que sirven por si tenemos que salir y volver a ingresar. De inmediato nos encontramos con un estacionamiento para cochecitos, allí dejamos el nuestro para ya si subir al primer piso y empezar con el museo.

De inmediato Nico salió disparado a un camión de bomberos con muchas cosas para tocar y explorar, junto al cuartel donde hay trajes a disposición para los chicos. Todo acompañado con explicaciones para aprender mientras juegan.

Ese es el espíritu del museo: no solo jugar y explorar sino también aprender en el proceso. Se fomenta la participación y la creatividad como en un espacio donde hay bloques y listones plásticos perforados para armar lo que uno quiera junto con bulones y tuercas para ajustarlos.

Está recreada la ciudad con sus servicios como transporte público, hospitales, correo o supermercados. Se practican oficios como constructor, chófer o cocinero. Se aprende sobre el agua, se fomenta la lectura, el arte o simplemente se juega. Organizan distintos talleres en ciertos horarios con personal proponiendo actividades y supervisando las tareas.

Todo pensado para los chicos y con herramientas para hacer más fácil y llevadera la actividad. Por ejemplo en la sala sobre el agua que brindan pilotos y máquinas de secado de ropa porque los chicos inevitablemente se van a mojar mientras interactuan.

Fue muy gratificante ver como Nico disfrutaba cada rincón del lugar. Estuvimos poco más de tres horas y puedo asegurar que no paró ni un segundo. Ni para comer, ir al baño o siquiera pensar por donde seguir, todo el tiempo estaba haciendo algo. Por cierto hay máquinas expendedoras con snacks y también alimentos saludables con un pequeño sector donde comer.

Ni hablar cuando en el espacio sobre lectura estaba recreado su libro favorito Chicka Chicka Boom Boom. Ahí pensamos que no nos iríamos jamás del lugar. Fue el cierre ideal para un día inolvidable.

Es aconsejable revisar en la página oficial los días y horarios ya que estos cambian de acuerdo a la época del año. En invierno hay días que no abren y en otros operan en horario reducido. Sin dudas es un plan genial para quienes viajen con niños, lo van a disfrutar muchísimo.

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