En el marco de nuestro viaje a Chicago nos dimos una vuelta por Milwaukee. Una ciudad que ni remotamente pensábamos conocer algún día, pero se sabe que para el viajero no existen límites ni ciudades impensadas.
Nos gusta meter escapadas dentro de otros viajes. Cuando estuvimos dos semanas en Nueva York metimos recorridos en el día por Boston, Washington y Philadelphia. Antes de llegar a Miami metimos unas horas y un lindo recorrido por Atlanta. De Miami nos fuimos a Naples. Y bueno, en este viaje a Chicago teníamos tiempo suficiente para elegir una ciudad cercana. La posibilidad de viajar en Amtrak, como les adelantamos en este post, nos cerró inmediatamente y así es como Milwaukee apareció en el horizonte.
Sabíamos poco y nada de Milwaukee. Bueno, si, que es la ciudad de una franquicia campeona de la NBA a la que de hecho vimos jugar en Los Ángeles contra los Clippers. También tenía referencia del estado de Wisconsin por ser fan de That 70’s Show, que transcurría en una ciudad ficticia llamada Point Place pero donde los protagonistas solían viajar a Kenosha, que sí existe. La cortina musical del programa cerraba con un “Hello Wisconsin!”. Y luego sabía que Milwaukee es una ciudad cervecera. No mucho más.
Decidida la escapada a Milwaukee, empezamos a averiguar más sobre ella, aunque a nosotros ya de por si nos emocionaba viajar en el Amtrak y lo demás venía de yapa. Con seguridad íbamos a ir al menos hasta el exterior del Fiserv Forum, el estadio de los Bucks. Luego descubrimos que Milwaukee es nada más y nada menos que la cuna de Harley-Davidson. Vimos que la ciudad también está atravesada por un río (lo primero que hago apenas quiero investigar una ciudad es abrir su mapa…). Vimos algunos videos en YouTube y más o menos definimos el recorrido.
Llegamos a la estación de tren y buses, Milwaukee Intermodal, en ese día lluvioso. Una modestísima estación, nada que ver a otras que hemos conocido en muchas ciudades estadounidenses. Esta es nueva y no tiene vestigios de historia. Hay poco para hacer, básicamente nada. De allí nos fuimos hacia nuestra primera parada, el Milwaukee Public Market, bajo la lluvia. Nico iba protegido por la capa del cochecito. Le dedicaremos un post aparte a este mercado, en nuestra sección Mercados por el mundo.
Ya con la panza llena entramos a recorrer una ciudad que parecía desierta. Era increíble estar en pleno downtown o centro financiero y cruzarse a casi nadie, aún en un día laboral. Llovía, claro, pero ni siquiera cruzábamos autos casi. Ya en Argentina charlé con alguien que visitó la ciudad inmediatamente después que nosotros y se llevó la misma impresión, como si la ciudad aún estuviera en la cuarentena. Curioso, realmente.
Llegamos al riverwalk y recorrimos un poco. Es lindo, pero a años luz de Chicago porque claramente Milwaukee es una mini mini mini recontra mini Chicago.
Llegamos al Fiserv Forum y a diferencia del United Center, no ingresamos. Encontramos una pareja que muy amablemente nos sacó una foto con el cartel de los Bucks y eso fue todo. Pero sumamos un nuevo estadio de NBA. En cercanías del estadio, unas cuantas cervecerías. Claro, estamos en la ciudad de la cerveza, como les contamos anteriormente. ¡Lástima que no nos gusta la cerveza!
De ahí otra caminata y nos seguíamos sorprendiendo con Milwaukee. Otra ciudad prolijita aunque con bastantes obras públicas en curso.
Llegamos al Museo de Harley-Davidson, parada obligadísima en MIlwaukee que, por supuesto, tendrá su propia entrada. Luego pasamos por un Dunkin, ya que el cuerpo nos pedía café y donuts en ese día lluvioso, y volvimos a disfrutarlas en la estación de tren para esperar el Amtrak a Chicago.
Cabe aclarar que además Milwaukee tiene un tranvía gratuito. No lo tomamos, pero sepan que está.
Fueron pocas horas en Milwaukee. Miro google fotos y entre la primera foto en la ciudad y la última hay exactamente cinco horas. Pero las exprimimos y nos llevamos un grato recuerdo.
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