
En este blog no sólo intentamos dar consejos de viaje, ayudarlos con los itinerarios o hablar de millas. Nació también para relatar nuestras vivencias viajando ahora con un hijo. Después de muchos viajes, ocurrió lo que finalmente en algún momento iba a ocurrir: tener la primera emergencia médica lejos de casa y por ende tener que correr a una guardia de hospital.
Antes que nada, quédense tranquilos que no fue algo grave. Estábamos en el alojamiento que alquilamos en La Falda, a punto de ir a disfrutar nuevamente de la Fiesta del Alfajor. Era nuestro último día entero allí; ya a la mañana siguiente volvíamos a casa.

Nico iba y venía. Entra corriendo a la casa, resbala de alguna forma inexplicable (así suelen ser los accidentes) y se da la frente de lleno contra la pata de la mesa del comedor. Llora como tantas otras veces en las que se golpea. Me apuro a abrazarlo y cuando le miro la carita, veo sangre en la frente. Nunca se había abierto la frente, nunca había brotado sangre de su cuerpo después de algún golpe. Como buenos padres primerizos, desesperamos.
Estos son los momentos donde hay que mantener la calma, pero cuesta. Ger salió corriendo a preguntar a unos vecinos dónde había una salita. Nos mandaron directamente al Hospital Municipal de La Falda. Ni sabíamos a cuánto estábamos, sólo atinamos a mirar en Google Maps y apurar el paso. La sangre brotaba lentamente de la frente de Nico; la herida tenía aproximadamente un centímetro pero parecía profunda.
Vemos un taxi, subimos y el hombre, como entendiendo nuestra desesperación, le metió velocidad. Rápidamente llegamos. En el Hospital nos hicieron entrar directamente a Enfermería donde le limpiaron la herida.
Luego me hicieron ir a Recepción para ingresar a Nico en el sistema. Lo iba a revisar una médica pediatra. La médica, super amorosa, nos tranquilizó y lo revisó. “No es para suturar”, y llegó el primer alivio. “Pero vamos a hacerle una placa y quedará un rato en observación, para ver que no tenga otras consecuencias”.

No había ocurrido, por suerte, ninguna de esas pautas de alarma que como madre tengo casi estudiadas de memoria: no vomitó, no perdió la conciencia, no convulsionó. De hecho Nico ya era el de siempre, sólo que no le gusta mucho que lo revisen los médicos y por eso gritaba.
La placa salió bien. La médica nos mandó a comprar una bandita de la marca 3M que se usa para “unir” la piel nuevamente. Así que Ger se fue a una farmacia de turno (para colmo, era domingo) que casualmente estaba justo frente al escenario de la Fiesta del Alfajor. Volvió, la médica le pegó la bandita a Nico, le cubrió la herida y listo. Pocos días después cicatrizó, sin necesidad de sutura ni del pegamento famoso que nos ponían de chicos. Estábamos maravillados, jaja.

Fueron unas tres horas en total que habremos estado en el Hospital Municipal de La Falda, donde nos atendieron maravillosamente. Nos fuimos tranquilos, pero cuesta mucho bajar las revoluciones ante el primer accidente de un hijo y encima, lejos de casa. Así que siempre recordaremos La Falda, por lo bien que la pasamos pero también porque allí tuvimos la primera emergencia médica de Nico en viaje.
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