
En plenos Valles Calchaquíes se alza la Ciudad Sagrada de los Quilmes. En un lugar que parece inhóspito vivió un pueblo que resistió durante 130 años la conquista española. Fuimos en el marco de nuestro viaje por Tucumán del mes de agosto pasado y para mí no fue una visita más.
Conocer la Ciudad Sagrada fue especial por dos motivos. Primero, porque soy quilmeña y conozco la historia de este pueblo originario, que le da nombre a mi ciudad, casi de memoria, porque durante los años escolares tuve que estudiar mucho el tema. Segundo, porque nuestra visita se dio exactamente el 14 de agosto, día de la ciudad de Quilmes. Mejor y más emotivo, imposible.

Veníamos de visitar el Museo de la Pachamama, del que también hablaremos en el blog, y tras hacer unos pocos kilómetros sobre la RN 40 (qué hermoso es volver a la 40, aunque sea por pocos minutos!) llegamos a la entrada de la Ciudad Sagrada de los Quilmes. En el puesto de control te cobran el ingreso ($500 por persona, Nico no pagó) y entramos.
Lo primero que nos recomendaron recorrer es el Centro de Interpretación. Mucha gente me había hablado muy bien de él y había leído excelentes comentarios en Google. Tenían razón. Es un recorrido corto pero bien explicativo, con mucha tecnología y un microcine donde exhiben un corto que te cala hondo en el alma y me hizo saltar las primeras lágrimas del día, porque la historia de resistencia de los Quilmes está plagada de valentía y coraje.

Luego empezamos a recorrer las ruinas en sí. Antes, un guía de la comunidad da una charla corta acerca de la historia del pueblo y de la situación actual de los Quilmes, que recuperaron su Ciudad Sagrada hace relativamente pocos años. Las ruinas tienen una historia particular, rumbeada por los tiempos políticos. En los 90′, durante la gobernación de Palito Ortega, se hizo un polémico hotel allí (de hecho desde la altura se logra ver perfectamente la pileta). Se dice que en la excavación se llevaron numerosos y valiosos restos arqueológicos. Quien logró la concesión, Manuel Cruz, es justamente el propietario del Museo de la Pachamama. Tras luchas judiciales, los Quilmes tomaron el predio que les pertenece en 2008, desalojaron a Cruz y sus empleados y recuperaron su Ciudad Sagrada hasta el día de hoy. Final feliz, pero en el medio se perdió mucho.
Las ruinas de Quilmes son especiales porque son el asentamiento precolombino más extenso y mejor conservado en el país. Sin embargo, lo que se puede ver y recorrer según se estima es sólo un 15% de lo que era. Comenzamos a recorrer el lugar bajo un sol importante. El cochecito mucho no caminaba entre las piedras y llegó un momento en que fue imposible continuar con él. Lo dejamos a un costado y empezamos a subir con Nico a upa, pero nos dimos cuenta que no se sentía muy bien (de hecho, tuvo fiebre de a ratos todo ese fin de semana) por lo que optamos que Ger se quedara en la sombra con él y yo empecé a escalar.

No termino de estar segura si es lo ideal andar escalando sobre unas ruinas arqueológicas, pero lo cierto es que la vista que se empieza a tener cuando tomamos altura da cuenta de lo difícil que seguramente fue vivir allí. Asoma el Valle bien seco, sin embargo, los Quilmes se las ingeniaron para establecerse por muchos años. Se dice que de hecho los españoles los doblegaron luego de cortarles el acceso al agua.
Subí un poco más, contemplé, me emocioné, pero no fui tan arriba como otras personas que seguían subiendo. Estaba preocupada por Nico y decidí bajar. Ya en la base nuevamente encontramos puestos de comida y nos comimos unas ricas tortillas rellenas. Hicimos uso de los baños que estaban en buenas condiciones. Ya estábamos listos para el regreso. Ni logramos llegar a la RN 40 nuevamente que Nico se durmió por buena parte del viaje.

Es un lugar al que estoy segura volveré. Seguramente en otra oportunidad con Nico más grande subiremos los tres juntos a escalar el cerro, y se enterará de lo valientes que fueron los Quilmes que hoy siguen viviendo allí en los Valles Calchaquíes pero que también dejaron su semilla en el sur del conurbano bonaerense.
Deja un comentario