Los Ángeles tiene unos cuantos puntos de interés icónicos. Uno de esos atractivos emblemáticos es el Paseo de la Fama, las famosas estrellas que homenajean a los íconos de la televisión, el cine, la radio, el teatro y la música. Nos hospedábamos exactamente a metros del inicio del Paseo, sobre Hollywood Boulevard, así que fue nuestra primera actividad en la ciudad de las colinas.
Pero primero vamos con un poco de info. Creado en 1958, el Walk of Fame o Paseo de la Fama contiene más de 2500 estrellas incrustadas en las veredas. Un comité decide quiénes son merecedores, por sus logros, de obtener la famosa insignia de cinco puntas y quedar inmortalizado allí. Un símbolo debajo del nombre del homenajeado u homenajeada indica en qué rama se destacó. Hay personas con más de una estrella por haberse destacado en más de una rama, como el caso de Bette Davis, como ícono del cine y de la televisión.
Pero no sólo hay estrellas sobre la emblemática Hollywood Boulevard, la avenida de los teatros. También las hay sobre Vine Street, transversal a ella, entre Yucca y Sunset Boulevard. Nosotros sólo recorrimos parte de Hollywood Boulevard.
Ahora, respecto del Paseo, en sí es entretenido y divertido ir descubriendo a los famosos homenajeados. Pero esperaba otra cosa. ¿Más glamorosa, quizás? Puede ser. Lo cierto es que la primera impresión apenas arrancamos el recorrido tiene que ver con la cantidad de gente que vive en la calle, como contamos anteriormente. No se cómo decirlo sin que suene mal, pero hay mucha basura, el olor a marihuana es insoportable y los personajes que se ven son un tanto estrafalarios. No se si de día será distinto, pero de noche no me dio la impresión de ser un paseo muy familiar que digamos ni tan agradable.
No podíamos perdernos los dos grandes íconos del Paseo, el Dolby Theatre, donde se entregan los Oscars, y el Chinese Theatre. El Chinese tiene inmortalizadas las manos en el cemento de varios famosos y nos divertimos al compararlas con las nuestras. También hay otros teatros históricos, como el Pantages o El Capitán.
A lo largo de la avenida van a encontrar numerosas tiendas de souvenirs, donde pueden comprarse un Oscar de plástico de recuerdo, entre otras cosas.
Luego cruzamos para tener la perspectiva desde la vereda de enfrente y no mucho más, emprendiendo de esa manera el regreso al alojamiento.
Es un paseo entretenido, por supuesto gratuito, aunque de noche todo se ve un poco decadente. No se cómo será de día, quizás la impresión sea otra. Pero cumplimos. No podíamos no ir, porque es lo más cerca que estaremos de las estrellas.
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