Estafas a turistas ¿¡5 euros una botellita de Coca!?

Siempre hablamos de lo lindo de viajar, la experiencia de conocer nuevos lugares. También de consejos para ahorrar dinero, itinerarios para aprovechar al máximo los días en destino o de lo rico que comemos. Pero también ocurren cosas malas en los viajes, un vuelo se demora, el alojamiento no era el esperado o también se puede caer en una de las tantas estafas a turistas.

Hay algunas clásicas como la de los taxistas que aducen que el reloj no funciona y quieren cobrar tarifas exorbitantes. Otra bastante común se da en París, más precisamente en Sacre Coeur, donde un vendedor se te acerca alegremente colocándote una pulsera y en la distracción la cierran sin que puedas sacártela. Acto seguido aparecen varias personas rodeándote y exigiendo dinero por esa pulsera.

A nosotros nos pasó en Roma, a poco de llegar a la ciudad. Estábamos contentos porque habíamos ahorrado 14 euros tomando un tren urbano en lugar del expreso desde el aeropuerto. Luego de hacer el check-in en el alojamiento salimos a recorrer. Teníamos mucha ansiedad por explorar la ciudad y también por comer: queríamos probar la pizza italiana.

Así fue como dimos con una pequeña cafetería que tenía a la vista muchas cosas ricas de pastelería y unas pocas mesas. Decidimos sentarnos y rápidamente nos trajeron la carta. Fuimos cada uno por una pizza distinta, la verdad los valores no estaban mal, algo así como 6 y 7 euros cada pizza individual.

El problema radicaba en que en la carta no figuraban las bebidas. No le dimos importancia y pedimos una coca y un agua. Ya habíamos estado en otras tres ciudades europeas y los precios de las bebidas eran medianamente similares, nada nos hacía suponer que habíamos caído en la trampa.

La primera desilusión fue al comer la pizza italiana. Debemos hacer un post especifico sobre este tema pero sinceramente no nos conformó para nada, podríamos decir exagerando un poco que forma parte de las estafas a turistas. El problema no está en el sabor sino en las cantidades, la muzzarella es infima y la masa bien finita. Por supuesto que va en gustos pero nosotros elegimos la argentina toda la vida, buen piso y abundancia en los ingredientes. Igual, obviamente nos comimos todo.

Pero lo peor llegó con la cuenta: ¡¡5 euros la botella de Coca!! Un robo a mano armada, encima era la botella de vidrio de 330 cm3, ni siquiera la de medio litro de plástico. Siempre varía según el lugar, pero en promedio una gaseosa no superaba los 2 euros en los lugares donde nos habíamos sentado a comer en Europa (Madrid, Londres, París). Con el agua tampoco se quedaron muy atrás: 4 euros.

Cualquier queja que ensayemos ya era demasiado tarde, nosotros solitos habíamos pedido sin preguntar el precio así que pagamos y nos fuimos. Luego en el hotel buscando las reseñas del lugar en Google Maps notamos que todo el mundo se queja de lo mismo. Tendríamos que haberlo visto antes. El comercio en cuestión se llama Bar Cottini y la calficación es de las más bajas que conozco, encima ya llevan más de 600 comentarios y siguen igual las estafas a turistas.

Obviamente quedó como una anécdota, al fin y al cabo no era mucho el dinero que se perdió. Lo que más molesta en estos casos es la actitud. Claramente hay una mala intención al no poner los precios en la carta para que luego te lleves la sorpresa. En los comentarios de la gente vemos que hacen lo mismo con la pastelería, cobrando mucho más caro si te sentás a comer que si la llevás. Es habitual que se cobre un plus por sentarse pero esta gente se pasa.

Así que ya saben, si andan por Roma, NO vayan al Bar Cottini. Por suerte hay muchos otros lugares donde si van a comer muy bien y a buen precio.

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