Junto con la Plaza de Mayo, la Casa Histórica de la Independencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán es uno de los sitios más importantes de nuestra historia que todos deberíamos poder visitar algún día. A mí ese día me llegó a los 34 años, junto con Ger y nuestro hijo, y el momento no pudo haber sido más emocionante.
Llegamos a Tucumán como les contamos en este post un viernes a la noche y el sábado a la mañana nos levantamos ansiosos por ir a conocer la Casa que fuera de doña Francisca Bazán de Laguna, como aprendimos en el colegio, pero que hoy es la casa de todos los argentinos. El sol brillaba en un día impecable de agosto. Hicimos unas pocas cuadras desde el alojamiento y en instantes allí la teníamos frente a nuestros ojos. Blanca, brillante, humilde, tal como la imaginaba. Con esas columnas tan características y que tantos problemas me traían en el colegio al querer dibujarlas. Es imposible no retrotraerse más de 20 años de tu vida y sentirse en la escuela primaria otra vez.
Y finalmente, entramos. Primero hay que registrarse pero no se abona ingreso. Cumplidos los protocolos de estos días (toma de temperatura, alcohol en las manos) comenzamos a caminar por el solar donde nuestra Patria se independizó de la metrópoli hace 205 años.
El recorrido es muy corto. Las salas cuentan con información, algunos objetos y no mucho más. Están reconstruidas. Lo único que se mantiene original en la Casa Histórica de Tucumán es la sala donde se firmó la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Es emocionante ingresar e imaginarse a los congresales de Julio de 1816 allí.
Luego paseamos bastante por el parque que circunda la casa. Aprovechamos para sacar a Nico del cochecito, que estire las piernas y corretee un poco. Con menos de dos años, ya estaba conociendo este lugar imprescindible de la historia argentina, ¡y pensar que a mí recién se me dio a los 34! Un niño afortunado que en cada 9 de Julio podrá contar en el colegio que él estuvo en el lugar de los hechos.
En el fondo se replica un aljibe, que solían tenerlo las casas pudientes de la época. También hay baños y cuando estuvimos nosotros había una muestra sobre mujeres importantes de nuestra historia cuyos nombres colgaban de un árbol y se movían al compás del viento.
La visita es autoguiada y en menos de una hora podrán ver todo. Me han comentado que antes había guías. Tampoco se están haciendo los espectáculos nocturnos con luces. Ojalá pronto podamos prescindir de tantos protocolos y que este espacio pueda sumar actividades que enriquezcan la experiencia.
Pero la emoción de visitar uno de los lugares más importantes de nuestra historia siempre estará. ¡Ah! También pasamos a la noche, regresando de cenar, con la luna tucumana brillando sobre la Casa y cerrando así un día que no olvidaremos.
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