El Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) en Salta

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En Febrero de este año estuvimos en Salta y visitamos dos museos buenísimos en la capital provincial. Primero recorrimos el Museo Güemes y luego el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), otro gran imperdible.

El MAAM nació para resguardar y conservar a los Niños del Llullaillaco y los objetos que los acompañaban. Se trata de un hallazgo arqueológico realmente único por el estado de conservación en el que se encontraron, gracias al frío imperante en los casi 7000 metros de altura del volcán Llullaillaco. Los tres niños llegaron allí hace más de 500 años con motivo de un ritual incaico que finalizaba en la cumbre del volcán y que probablemente se inició en Cuzco. Realmente cuesta tomar dimensión de semejante recorrido en aquella época, además del ascenso al volcán. Los niños eran entregados a los dioses en dicha ceremonia.

Por supuesto todo suena espantoso y no podríamos comprenderlo desde nuestra concepción de la vida, pero así eran las cosas en el mundo incaico y no es la idea juzgarlo.

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Los Niños se exhiben de a uno por vez y a nosotros nos tocó ver a La Niña del Rayo, denominada así justamente porque fue impactada por un rayo.

Lo que me pasó en este museo es que la atmósfera que envuelve el recorrido hace que sea todo un poco “incómodo”, porque te genera tensión saber lo que vas a ver. En primer lugar incomoda el frío: para conservar los cuerpos y los objetos que se encontraron, la temperatura del museo está a unos 18°. Así que abríguense si lo van a visitar.

En segundo lugar la iluminación tenue (también para aportar a la preservación) suma a ese clima sombrío. Antes de encontrarnos con La Niña del Rayo hay cartelería que explica detalladamente el contexto del hallazgo, la cultura inca, sus rituales, etc. Se exhiben los objetos encontrados que acompañaron a los niños en su cruce al más allá, que en algunos casos se trata de increíbles miniaturas. Verán que en este post hay pocas fotos pues solo se pueden tomar imágenes en una parte específica, fuera de la exhibición.

Me generaba tensión encontrarme con La Niña del Rayo, no lo voy a negar. Tener cara a cara un cuerpo tan bien conservado de una niña sacrificada hace siglos no es algo de todos los días y te impacta. Pero lo llevé bien, ja. Y es impresionante tenerlo enfrente. Cabellera, piel, uñas conservadas; es realmente increíble, como si la montaña fuera una cápsula del tiempo que guardó la escena por más de cinco siglos.

De más está decir que no se lo pueden perder. El recorrido les tomará máximo una hora y para ingresar al museo en este contexto es necesario hacer una reserva previa en esta web.

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