Al momento de planificar las actividades a realizar durante nuestra visita a Salta había varias fijas. Una era subir al cerro San Bernardo, al cual se puede ascender a pie, en bici o en auto. Pero también es posible llegar a la cima a través de un teleférico. No queríamos perdernos esa posibilidad así que hacía allí fuimos.
Fuimos caminando desde nuestro alojamiento por la Avenida Bicentenario de la Batalla de Salta ya que tiene un boulevard con bicisenda y camino peatonal. El acceso al teleférico se ubica en el Parque San Martín, ahí mismo se compran las entradas. En su momento estaba disponible la compra online, la cual quisimos hacer al ver la fila, pero un empleado de ahí nos dijo que estaba suspendida.
Una pena realmente ya que la demora para subir fue de dos horas. En estos tiempos de protocolos de todos los colores sin dudas sería más fácil habilitar la compra online que daría un doble beneficio: tener un control más certero de la cantidad de personas que irán y evitar demoras y aglomeraciones para comprar la entrada.
Otro punto a tener en cuenta es que no funciona la tarjeta PreViaje para abonar el teleférico. Al consultar el motivo la respuesta fue que desde que comenzó febrero salía siempre denegada. El valor en dicho mes de 2021 era de $350 por tramo o $600 ida y vuelta.
Luego de que descienden los pasajeros de una cabina, esta es sanitizada antes que suban los siguientes. Solo ingresan grupos familiares o de amigos. No juntan a desconocidos en la misma cabina. Desde ya que eso también genera que la demora sea mayor pero se entiende del lado de la prevención.
El viaje dura aproximadamente 10 minutos y verdaderamente es muy bonito. Se tienen unas vistas preciosas de Salta y el Valle de Lerma.
Una vez en la cima tenemos acceso a un mirador, baños, puestos de venta de recuerdos y también un restaurante. También un espacio para una clásica foto con un cartel de Salta y de fondo la ciudad en vista panorámica.
Después del almorzar empanadas una vez más (imposible cansarse de ellas en Salta), emprendimos el regreso. Tampoco funcionaba PreViaje, si tomaba otras tarjetas. La espera para descender fue mínima. Otra vez nos deleitamos con la magnífica vista desde el teleférico.
Sin dudas debe tener su encanto subirlo a pie o en bicicleta pero con un bebé no es opción. Eso nos da la excusa para volver con Nico ya más grande. Igualmente con el teleférico se disfruta y mucho!
Este fue nuestro tercer viaje en este medio de transporte. El primero fue en Río de Janeiro, el famoso “bondinho” del Pan de Azúcar. El segundo, el que cruza el East River en Nueva York hacia Roosevelt Island.
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