Visitando Ezeiza renovado para los vuelos de cabotaje

Una extraña sensación fue ir al aeropuerto de Ezeiza pero no a volar. Dani tenía que renovar el pasaporte ¿y qué mejor que hacerlo en el aeropuerto? Fue la excusa ideal para volver a verlo y conocer como quedó todo con el regreso de los vuelos de cabotaje hace pocos días.

Para empezar, cualquiera puede entrar al aeropuerto, siempre con el permiso de circulación aunque en la práctica nadie controle eso. Las barreras están levantadas y no se abona estacionamiento. Lo que si está prohibido es el ingreso a las terminales. Lógicamente, si tenés un vuelo podés ingresar, lo mismo si vas a tramitar el pasaporte.

Dejamos el auto en el nuevo estacionamiento multinivel, completamente techado. Si bien no estaban funcionando, tienen carteles electrónicos que te avisan cuantos espacios quedan disponibles en cada nivel. Similar a lo que se ve en varios shoppings.

Salimos frente a la nueva terminal de partidas, cuya fecha de finalización se desconoce. No están trabajando, pero le falta muy poco. Nos dirigimos a la terminal A, todo está bien señalizado. Al llegar, mostramos el turno a un miembro de la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria) que nos dio el paso e indicó hacia donde ir.

Fue un golpe ver Ezeiza tan vacío. Estaban haciendo el check-in unos vuelos de Iberia y British pero no mucho más. Había algunos locales abiertos como Farmacity, uno de venta de material de lectura y otro de recuerdos. Los locales gastronómicos solo con la modalidad de take away. Vimos abiertos el Starbucks, Havanna y McDonald’s, entre otros.

Fuera de la terminal A, en la calle cubierta donde siempre se armaba un caos vehicular de los que recién llegados y los que van a retirar pasajeros, se prepararon filas. Son 8 en total, dividiéndose en 4 para cada sentido. En la pantalla ubicada al inicio de la fila se anuncia cual corresponde a cada vuelo. En la C, que se utiliza para vuelos de cabotaje, hay 4 filas en total. La idea es descomprimir las terminales y hacer más ordenada la entrada a las mismas. Solo se puede acceder por esas filas para pasajeros, así también se restringe el ingreso de acompañantes.

Por todos lados hay “estaciones de higiene” con alcohol en gel. Tanto dentro como fuera de la terminal se encuentran puestos de check-in electrónico. En las pantallas de dichos puestos se ven casi todas las aerolíneas que operan, incluso algunas que ya no vienen como Norwegian.

Se ve todo bastante ordenado y preparado. Con varios carteles indicadores de distanciamiento social y uso de tapabocas. Simplemente falta que empiecen a moverse más los vuelos. Internacionales siempre hubo y van en aumento las frecuencias. American Airlines por ejemplo ya tiene un vuelo diario desde Ezeiza a Miami con excelente ocupación. Para cabotaje está programado un crecimiento paulatino de las frecuencias. También depende mucho de cada provincia los requisitos que piden para ingresar.

Para poder embarcar en un vuelo de cabotaje además de cumplir con los requisitos de la provincia de destino se debe sacar un permiso para trasladarse en avión. Eso es adicional al permiso de circulación que ya se posea. Se tramita en la misma web.

Afuera hay unos foodtrucks, fuimos con la intención de probarlos. Comimos en Outback, cadena especializada en carne. Ya contaban con un local en Ezeiza pre pandemia. Solo ofrecen un menú de almuerzo/cena (hamburguesa con papas fritas) y otro para desayuno/merienda. Se puede pagar con tarjetas a través de la app de Mercado Pago. La alternativa es Fausto que ofrece opciones de parrilla argentina.

Para el postre quisimos probar el foodtruck de Cream Roll. Es el famoso helado tailandés que se sirve en forma de rollo. No nos copó mucho la verdad. También teníamos disponible la opción del Havanna.

Antes de irnos, vimos despegar el Dreamliner de British Airways con la añoranza de volver a subirnos a un avión pronto. Al menos por un ratito estuvimos cerca de aviones. Y eso, después de tanto tiempo, no es poca cosa.

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