Anteriormente les contamos que hicimos El Camino de los Siete Lagos partiendo desde San Martín de Los Andes en auto alquilado. Ahora va este post sobre lo que hicimos al llegar a Villa La Angostura.
Arribamos ya con los ojos llenos de paisajes hermosos y acá no iba a ser la excepción. Nos fuimos directo para Bahía Brava, que cuenta con una playa y un muelle. Desde ahí salen varias excursiones lacustres. Se ubica al final de la calle Nahuel Huapi y a escasos metros de la entrada al Parque Nacional Los Arrayanes. Hay varios negocios y restaurantes en la zona.
Caminando por la pasarela de madera que se adentra unos metros en el lago conseguimos una de las postales más hermosas que tiene nuestro país. Con la inmensidad del lago a nuestros pies y el fondo de las montañas con sus picos nevados. Inigualable.
Luego de disfrutar un rato pusimos rumbo a Puerto Manzano. Hay que agarrar nuevamente la ruta 40 (en ese tramo se llama Av. Arrayanes) y unos 7 kilómetros pasando el centro de Villa La Angostura camino a Bariloche encontramos el desvío. Poco antes de llegar al puerto el camino ya no es asfaltado pero vale la pena atravesarlo.
Hay muchísimos alojamientos y cabañas pero uno que sobresale: Manzano Resort. Un complejo enorme frente al puerto y con el lago rodeándolo.
Se veían numerosas embarcaciones y además varios kayaks. Hay excursiones y también lugares para comer algo. Los precios no son nada accesibles pero nos quedó pendiente poder subir a un kayak y disfrutar desde el agua el increíble paisaje como hicimos en el Lácar.
Para ese momento había pasado largamente el mediodía y no habíamos almorzado. Enfilamos rumbo al centro nuevamente a buscar algún lugar donde comer. Previamente vimos por internet muy buenas reseñas de un restaurante a unas cuadras de la calle principal. Se llama Almafuerte Tapería y está en el primer puesto para Trip Advisor en la ciudad.
Fuimos por un plato bien local como la trucha y realmente comimos exquisito. Investigando en google para hacer el post vimos con tristeza que cerraron definitivamente durante la pandemia.
Ya con la panza llena dimos unas vueltas por el pintoresco centro de la ciudad, todas construcciones hermosas en madera. Cabe destacar que al alejarse apenas dos cuadras de la avenida principal ya nos encontramos con calles de tierra y otro tipo de construcciones.
Emprendimos el regreso para San Martín de Los Andes antes que anochezca. Nos fuimos felices, pero pensando en volver cuanto antes.
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