España tiene muchos museos muy interesantes. El Museo del Prado, el Reina Sofía, el Guggenheim… pero cuenta con uno muy especial: el Museo del Jamón.
En los que mencionamos anteriormente encontramos piezas de arte como esculturas, pinturas, grabados, etc. En este, el jamón es una verdadera obra de arte.
Antes que nada, una aclaración muy importante: en España no se le dice jamón crudo. Se conoce como serrano al que proviene de cerdos de distintas partes del mundo. Y se le llama ibérico a una raza autóctona que incluso tiene denominaciones de origen.
Por suerte hay varios de estos “museos”. Creado en 1978, se denomina una restaurante temático de jamones. Fueron abriendo más locales con el tiempo y para nosotros guardan un recuerdo muy especial. Fue lo primero que compramos al llegar a Europa (después del boleto de metro para ir desde el aeropuerto hasta el alojamiento).
Ese día arrancó de manera atípica al encontrarnos con una importante marcha catalana en pleno Madrid. Mientras caminábamos descubriendo la ciudad dimos con un Museo del Jamón y sin dudarlo entramos. Ya habíamos leído sobre ellos y teníamos que probar.
Tienen la característica de ofrecer comida al paso como así también vender fiambres y productos relacionados, lo que allá se conoce como charcutería. Algunos tienen mesas y todos cuentan con barras en la pared para acodarte donde encuentres un lugar.
El estilo es una clásico de los lugares de comida españoles: no hay fila y pedís cuando haces contacto visual. Los empleados no paran un segundo de servir, preparar, reponer mostradores, cobrar, etc. En cuanto levanta la vista ¡zas! lo atajás con el pedido.
Si pedís para consumir ahí mismo es más económico que comprar para llevar. Ofrecen las clásicas “cañitas” (cerveza), sidras y gaseosas. Siempre recordaremos con cariño ese primer encuentro pidiendo un bocadillo (sándwich) de jamón serrano. Por solo € 1,20 conocimos el jamón más rico… hasta que probamos el ibérico.
Obviamente que todos los días tuvimos nuestra dosis de jamón, no solo en estos locales. En cualquier restaurante o bolichín ofrecen los deliciosos bocadillos.
Hay un escalón más que es el top: el jamón de bellota. Es un tipo de ibérico cuya diferencia esencial radica en que el cerdo es alimentado con bellotas. Se trata de un producto de mayor calidad y por ende de un precio superior. Obviamente que lo probamos pero no notamos mucha diferencia, por lo menos no la suficiente que justifique el precio de € 7 el sándwich.
Seguramente alguien nos querrá asesinar pero es la sensación que tuvimos. Deberíamos probar nuevamente para sacarnos la duda.
Pero no solo de jamón vive este museo. Hay una gran variedad de productos tanto dulces como salados, con buena calidad y precios bastante accesibles.
De hecho fuimos a uno que en el subsuelo tenía salón comedor a la carta. Nos pedimos una tortilla clásica, como se sirve en España de toda la vida. No tiene chorizo colorado como se inventó en nuestro país llamándola “a la española”.
Si estás en España, especialmente en Madrid, seguro con alguno te cruzás. Va a ser muy difícil que no entres…
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