Una creencia muy extendida es que viajar con bebés no se puede o no se debe. Por supuesto que no es lo mismo, pero sin dudas que es posible viajar con ellos.
Nuestra experiencia se reduce a solamente dos viajes (cuatro vuelos). Teníamos el calendario 2020 cargado de viajes: fines de semana largos con cabotaje, otro regional y también unas vacaciones que incluian vuelos largos con escalas. Pero bueno, pasó lo que todos sabemos.
Nos fuimos preparando informándonos todo lo posible sobre consejos para realizar un vuelo satisfactorio y también como moverse en destino.
Hay que tener en cuenta algo fundamental: los tiempos los va a dictar el bebé, hay que adaptarse a eso. Atrás quedaron los días maratonicos saliendo bien temprano y volviendo a última hora.
Respecto a los vuelos, algo hemos comentado en nuestros reportes de vuelo a Esquel y a Cancún. Fundamental que succionen tanto en despegue como en aterrizaje, ya sea teta o mamadera. De esa manera pueden contrarrestar la molestia en los oídos.
Cambiarlos antes de embarcar es una buena idea, que suban frescos y limpios. Además de lo incómodo que es cambiar un pañal en el diminuto baño del avión. Si el bebé pesa menos de 11 kgs se puede solicitar la cuna. Siempre llamar a la aerolínea con antelación para que reserven ese asiento, en algunos casos tiene costo. Pueden ver sobre esto junto con la parte administrativa de agregarlo a la reserva en este post.
No olvidar que familias con niños menores de 5 años tienen prioridad de abordaje, veremos como sigue esto post pandemia.
Por supuesto llevar como mínimo una muda de ropa extra (si el viaje es largo tener dos o tres no está de más). Algún juguete o peluche de apego puede ayudar.
En lo posible buscar vuelos nocturnos, consejo que siempre nos dio nuestro amigo y lector Emi. Nuestro vuelo a Cancún fue nocturno y Nico se durmio las casi nueve horas de duración.
Respecto a las actividades en destino nos pasó que al llegar a Esquel queríamos ir a dar una vuelta pero Nico se durmió una siesta larguisima. Entendimos que si el duerme, no es momento de salir. En nuestra visita al Parque Nacional Los Alerces, declinamos de hacer la excursión embarcados rumbo al Alerzal Milenario. Suponía mucho tiempo seguido fuera del alojamiento y varios transportes.
También decidimos alquilar auto para poder manejar los tiempos a nuestro gusto (y los de él). Hacer todo con excursiones nos quita flexibilidad horaria, algo fundamental para los impredecibles tiempos de un bebé.
En la Riviera Maya teníamos un anhelo: conocer Chichén Itzá. Son 180 km desde Playa del Carmen por lo que hacerlo en un día implica unas seis horas totales en auto. Viendo videos y leyendo comentarios notamos que estás muy expuesto al sol durante la visita. El promedio de temperatura en esa zona ronda los 30 grados por lo que decidimos no hacerla.
Ni hablar de ir a los excelentes parques acuáticos de la zona como Xcaret, simplemente son actividades que no son compatibles con bebés. Ya llegará el momento.
Tema playa: ir a las 12 del mediodía en el peor momento del sol no es opción. Más aun con un bebé menor de seis meses al que no puede colocarse protector solar.
También debemos buscar un alojamiento que se adapte a las necesidades. Nosotros éramos de ir a habitaciones en casas de familia o alojamientos diminutos con tal de ahorrar unos cuantos dolares. Ya no más.
Hay que aceptar que cambia completamente la manera de viajar pero eso no impide hacerlo, para nada. La clave está en entender que los tiempos ahora los marca el bebé. Atrás quedaron esas planificaciones de levantarse muy temprano e ir a varios lugares o hacer múltiples actividades. Al viajar con bebés, el ritmo necesariamente tiene que ser más tranquilo.
Muchas veces eso también ayuda a disfrutar más y relajarse un poco. Algo que a veces, metidos en la vorágine viajera, no hacemos.
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