En el último tiempo se fue imponiendo una moda gastronómica que es la de los mercados. La mayoría de ellos existieron siempre y se utilizaban como lugares de abastecimiento para negocios con mercadería fresca que llegaba todos los días. El de San Miguel no es la excepción.
Poco a poco eso fue mutando, en la actualidad hay puestos que venden al consumidor final y también locales en el mismo mercado que ofrecen al paso la comida ya hecha, generalmente en pequeñas porciones.
Se convirtió en una salida gastronómica donde el cliente puede probar distintas cosas en diferentes puestos pero todo en un mismo lugar.
El mercado más famoso en Madrid es el de San Miguel, ubicado frente a la Plaza Mayor. Comenzó a funcionar en 1809, luego de la demolición de una iglesia. A principios del siglo XX fue techado y para finales de siglo la actividad fue decayendo provocando su cierre.
Fue un grupo de particulares quienes lo compraron y le dieron el aspecto y estilo actual. Hoy recibe más de 10 millones de visitas anuales.
Particularmente este mercado está conformado por puestos del tipo “gourmet”, con precios más elevados que la media. Se puede comer por bastante menos en cualquier otro lugar de Madrid.
En nuestro caso aprovechamos para tomarnos un café proveniente de Jamaica difícil de conseguir: Blue Mountain. Como amante del café no podía perderme esta oportunidad y degusté un pocillo por € 3, es un valor elevado pero ese café de por si ya es extremadamente caro.
La variedad de platos ofrecidos es muy amplia, con una fuerte presencia de opciones locales. Está orientado especialmente al turista, difícilmente veamos a un lugareño ir a consumir ahí.
Permanece abierto hasta la medianoche (viernes y sábados hasta la 1 de la mañana). Ideal para hacer el clásico tapeo español de ir probando distintas cosas en bocaditos.
En nuestro caso llegamos a pie ya que el alojamiento se encontraba cerca, pero pasan varios autobuses por la zona, trenes de cercanía y estaciones de metro e incluso es una de las paradas del bus turístico.
Es una visita ineludible dada la ubicación y por su tamaño hace que se recorra enseguida. Aunque no se consuma nada, es un deleite a los ojos!
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