Sin ánimos de spoilear nada, si vieron la tercera temporada de La Casa de Papel habrán notado que en su primer capítulo dos personajes se encuentran en una isla paradisíaca de Panamá. Esa isla pertenece al archipiélago de San Blas y es un territorio administrado por la comunidad aborigen Guna Yala. Nosotros estuvimos también allí en 2018, aunque en otra de sus islas: hay 365 para elegir.
Desconocía la existencia de San Blas, hasta que buscando información mientras armaba el itinerario por Panamá apareció y quedé alucinada con las fotos: debíamos ir si o si.
Contratamos la excursión desde Argentina. Me contacté con algunas empresas vía Instagram y arreglamos con la que nos ofrecía el mejor precio, llamada San Blas Beach Trip. En ese momento costó 90 dólares. Es mucho, pero vale la pena al 100%.
Nuestro chofer, Israel, nos pasó a buscar muy temprano, alrededor de las 6 am por el hotel Wyndham Albrook Mall donde parábamos. Luego pasamos por un hotel céntrico para buscar a una pareja de peruanos que también se sumaban a la excursión y continuamos camino.
En este viaje se atraviesa Panamá a lo ancho: recordemos que estábamos sobre el océano Pacífico y ahora debemos ir hacia el Atlántico. De a poco nos internamos en una selva espesa en altura en un camino con muchas curvas que, les confieso, me dejó al borde de descomponerme. No suele ocurrirme, pero eran realmente muchas curvas y el conductor las tomaba con velocidad. En el camino vimos algunos que no llegaron y debieron parar. Así que como consejo, tómense algo antes para las náuseas, je.
En un momento se hace un alto en el camino y se pasa por un control: estamos ingresando a la comunidad Guna Yala. Debemos presentar el pasaporte (¡no se lo olviden!) y abonar 20 dólares.
Y luego arribamos al fin al puerto de Cartí, donde nos espera una lancha que nos llevará tras media hora de navegación a la primera parada, la isla Perro Chico.
Tan sólo fue llegar y maravillarnos: una isla pequeña, en el medio de la nada, con arena fina y blanca y agua transparente y templada, casi sin olas, parece una pileta. Realmente un sueño. Es la imagen típica de una isla del Caribe a la que uno viaja con la mente cuando quiere transportarse a un lugar así.
Allí también almorzamos (el almuerzo está incluído en la tarifa) e hicimos uso de los baños. El restaurante se llama “Barco Hundido” y es porque en esta isla hay, justamente, un barco hundido que se ve a pocos metros de la playa.
En esta isla y en otras te podés quedar varios días también: hay cabañas tipo chozas (sin mucho lujo, todo muy al natural) y de hecho en el almuerzo conocimos a unos argentinos que se estaban quedando allí en ese plan.
Luego continuamos la excursión hasta la siguiente parada, una “piscina natural” en el medio del océano, donde el agua apenas llega a las rodillas. Realmente espectacular.
Y finalmente la tercera y última atracción fue la isla Fragata que la verdad no era tan linda como la primera. Luego nos dimos cuenta que a otros pasajeros los llevaron a islas más bonitas porque pagaron más que nosotros. Depende del operador con el que contrates. Alrededor de las 16 hs emprendimos el regreso a ciudad de Panamá a la que arribamos cerca de las 19 hs. ¡Ah! A la vuelta al camino selvático sinuoso se le agregó la lluvia…
Terminamos fundidos porque la excursión se hace larga pero vale completamente la pena y la recomendamos muchísimo. San Blas es un paraíso en el medio del mar Caribe que no te podés perder si estás en Panamá.
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