
Mientras planificábamos el itinerario por Panamá nos enfocábamos en visitar distintas playas ya que íbamos a hacer base en la ciudad.
Taboga es una isla muy cercana al continente, ubicada sobre el Océano Pacífico y se accede a través de un ferry que sale desde Puerto Amador. Habíamos visto fotos muy lindas de sus playas. Pero no todo es lo que parece.
El costo de la excursión es de U$S 20 dólares ida y vuelta. Adquirimos el ticket en el stand de Taboga Express en el shopping Albrook Mall, donde se encontraba nuestro hotel. El viaje es corto y se puede apreciar durante el recorrido la fila de embarcaciones para atravesar el Canal de Panamá (también la habíamos visto días atrás cuando estábamos por aterrizar).

Al llegar a la isla nos encontramos con muy poco movimiento de gente, incluso nuestro ferry no vino lleno. Teníamos reservado el último ferry de regreso alrededor de las cinco de la tarde, queríamos aprovechar la playa lo máximo posible… grave error.
Sin nada que nos guíe más que un mapa en un cartel optamos por tomar un camino que iba elevándose poco a poco, siempre bordeando el mar (se veía una “playa” bajando las escaleras). Pocos negocios, la mayoría cerrados y el escaso movimiento de gente se notaba que eran pobladores locales haciendo sus cosas.

Llegamos al final del camino y no se veía más que casas y calles que se alejaban del mar. Así que emprendimos regreso hacia el muelle y de ahí tomamos otro camino. Por esa zona si notábamos más movimiento turístico, pero muchos restaurantes, bares de playa y lugares de alquiler de carritos estaban cerrados.
Solamente vimos una playa donde alquilaban sombrillas y mesas pero era algo improvisado y caro por lo que desistimos.

Nos ubicamos en una sombra que encontramos, teníamos toda la playa para nosotros porque no había absolutamente nadie. Ya veníamos de capa caída pero al llegar al agua la desilusión fue aún mayor, no era cálida y para nada clara, más bien bastante oscura. El motivo es que al haber mucho tráfico de barcos que atraviesan el canal cada vez queda peor el agua. A todo esto estábamos muertos de calor y pensando en que debíamos estar disfrutando la pileta del hotel.
Encima días atrás habíamos visitado San Blas que es realmente un paraíso por lo que la vara estaba altísima.
Nos quedaba mucho tiempo hasta el regreso, no estaba para meterse al agua, no había atracciones, los lugares estaban casi todos cerrados… hicimos algo de tiempo hasta la hora del almuerzo donde apenas nos atendieron pese a ser lo únicos presentes ya que estaban todos emocionados con el anuncio de los 23 jugadores que representarían al seleccionado panameño en el mundial de fútbol Rusia 2018.

Terminamos de almorzar y fuimos al muelle (no sea cosa que se vaya el barco sin nosotros). Para nuestra alegría vimos que otro barco de la misma empresa partía dos horas antes así que decidimos mandarnos en ese barco pese a tener otro horario. Total, lleno no iba a ir ni de casualidad.
Pudimos matar el tiempo robando enganchando el wifi de una escuela que estaba frente al muelle.

El mejor momento de la jornada fue cuando vimos llegar el ferry que nos llevaría de regreso. Nadie preguntó ni revisó nada con el tema del horario de embarque por lo que zafamos de perder dos valiosas horas de nuestras vidas en esa isla.
Taboga fue lamentablemente una decepción. Habíamos visto fotos de sus playas y la excursión pintaba interesante. Pero resulta que no todo es lo que parece: a veces los filtros de instagram engañan, y mucho.
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