En nuestro país todo es tan vertiginoso que un año y pico después de aquel vuelo la aerolínea en cuestión – Avianca Argentina – ya no opera. Pero queremos contar un poco cómo es viajar en un avión turbohélice, ya que mucha gente tiene miedo o dudas de subirse a uno. Claro, uno está habituado a los Boeing 737, a los Embraer 190 de Austral o a los Airbus 330 y 340. Pero muchas aerolíneas utilizan los ATR. Air New Zealand, Avianca, Azul, Air Nostrum, Virgin, Air Europa, Conviasa o Cubana de Aviación son algunas de ellas.
Avianca Argentina tuvo un paso fugaz por nuestros cielos. Tuvo rutas interesantes pero la caída de su filial brasileña precipitó su final aquí también.
Meses antes de ese final, cuando nada lo veía venir, conseguimos un gran precio para viajar a la querida Mar del Plata para el feriado largo de noviembre 2018. Hacía tres años que no íbamos a La Feliz, nunca lo habíamos hecho en avión, nunca habíamos volado en un ATR y el precio era fantástico, unos $1600 ida y vuelta por persona. De yapa, conseguimos la estadía en el histórico NH Gran Hotel Provincial a valor rebajado como ya contamos y cerró por todos lados.
El día del vuelo llovía copiosamente al punto que salimos demorados. La tormenta vuelve peligrosa la carga de combustible y el trabajo del personal de pista así que no queda otra que esperar. Pero finalmente tras unos 45′ de retraso nos subimos por primera vez a un ATR.
El ATR (en este caso un modelo 72-600) es un avión pequeño utilizado para vuelos cortos que tiene dos motores turbohélice. La capacidad es de hasta 78 pasajeros.
Ese día había nubes y tormenta y la verdad es que sentimos más movimiento que en otros aviones, pero nada del otro mundo.
De paso tuvimos vistas que nunca habíamos tenido, las de la costa bonaerense.
En el vuelo, que duró unos 50 minutos, el personal sirvió un snack consistente en una bebida y un producto marplatense, la galletita de limón de Balcarce, que en una época también formó parte del servicio de Aerolíneas Argentinas.
Y no tenemos mucho más para decir. Obviamente la sensación al viajar en un avión más pequeño es otra, se vuela a menos altura, se sienten más los movimientos (en este caso justo había algo de tormenta) pero eso fue todo. Al ratito ya estábamos desembarcando por primera vez para nosotros en el aeropuerto Ástor Piazzolla.
Ese fue nuestro único vuelo en un ATR, porque la vuelta fue en un A320 que Avianca Argentina acababa de traer de Brasil.
Esperamos que se animen ustedes también al ATR. Si les toca viajar en uno de ellos alguna vez, no teman. Relajen y disfruten.
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