
El día anterior a terminar nuestro viaje por New York teníamos reservada una visita a Philadelphia, yendo y viniendo en el día.
Sobraban motivos para visitar tan linda ciudad pero había uno principal: contábamos con entradas para ir a ver NBA pero no cualquier partido, jugaban los vigentes campeones en ese momento, Golden State Warriors contra el equipo local.
Comenzamos la jornada muy temprano ya que el bus salía 6:40. Tomamos el metro en la esquina de nuestro alojamiento y ahí debíamos combinar con otra linea pero… era sábado y no estaba operando por refacciones (recuerden lo que contamos en este post sobre el metro de New York y su mantenimiento constante). Por suerte ya llevábamos dos semanas en la ciudad y si hay algo que me gusta son los mapas y familiarizarme con el transporte público por lo que nos ubicamos rápidamente y fuimos caminando. Como siempre salimos con tiempo por si surgía un imprevisto pero esto nos iba a privar del desayuno jaja.
Al llegar a la “estación”, que es simplemente una parada en la calle, notamos con desesperación que no habíamos impreso los tickets del bus. Teníamos absolutamente todas las entradas, vouchers y papeles importantes impresos desde Buenos Aires pero justo esos no los teníamos. Afortunadamente enganchamos un Wifi y pudimos mostrarlos desde el celular.
Sin dudas el día empezó accidentado.
El trayecto es de aproximadamente dos horas, todo venía bien pero ya entrando en la ciudad notamos una importante congestión de tránsito. Resultaba extraño ya que era sábado por la mañana hasta que vimos cuál era el problema: se corría la Maratón de Philadelphia por lo que muchas calles estaban cortadas. Ya nos había agarrado dos semanas antes la Maratón de New York!

Terminamos arribando a la estación casi a las 10. De inmediato nos metimos a un Dunkin Donuts a desayunar (nos salvaron siempre, económicos y hay por todos lados). Luego de eso empezamos nuestro recorrido. A todo esto, el tiempo amenazaba lluvia.
La primera parada fue la casa donde vivió Edgar Allan Poe en sus días en la ciudad. No, no es la que están pensando que aparece en Los Simpsons.
Está en los suburbios de Philadelphia, fuimos caminando y se notaba que la zona no era para nada turística.

De ahí nos fuimos para el Independence Visitor Center que está en pleno centro de la ciudad. Ahí retiramos nuestros tickets para visitar el salón donde se firmó la independencia de Estados Unidos. También compramos boletos para usar el Phlash que es el colectivo turístico de la ciudad.
Al salir de allí atravesamos la plaza donde está la Campana de la Libertad y llegamos al salón de la independencia para realizar la visita guiada, la cual es en inglés. Una vez terminada la visita volvimos a la plaza ubicada enfrente a hacer la fila para ingresar a ver la Campana. Haremos post sobre estos lugares.


Ya era mediodía y teníamos agendado un lugar para ir a comer por lo que emprendimos la marcha. Tomamos algún pequeño desvío para pasar por determinados lugares como el primer banco, la casa de Betsy Ross que fue la mujer que bordó la primera bandera estadounidense y Elfreth’s Alley, un callejón que data de 1720 que tiene el honor de ser el más antiguo con habitantes de todo Estados Unidos.

Así llegamos a Jim’s, un local donde según anuncian se sirve el mejor philly cheesesteak de la ciudad (post próximamente). Hicimos fila… Bajo una lluvia incesante.

Con la panza llena nos tomamos el Phlash para ir al Museo de Arte, pero no para entrar al museo sino para ir a visitar la estatua de Rocky que está al costado y luego si, recrear la escena de la película subiendo las escaleras. Tranquilos, habrá post dedicado también! (Acá está)

Llovía cada vez más fuerte y debíamos partir para el Wells Fargo Center, el estadio de los Philadelphia 76ers de la NBA.
Nos tomamos el metro que nos deja frente al predio donde están los estadios de fútbol americano, béisbol y básquet. Si, los tres en un mismo predio con un estacionamiento colosal.
Al salir de la estación unos empleados recomendaban a viva voz comprar los boletos de regreso para evitar demoras al finalizar el partido. Eso hicimos asistidos por un amable empleado que nos consultó de donde veníamos. Al decirle Argentina nos preguntó a cuantas horas de viaje estábamos, sin dudas no tenía la más mínima idea donde estamos ubicados en el globo.
Haciendo la fila para entrar al estadio una empleada nos indicó que no podríamos ingresar con la mochila que llevaba puesta por superar el tamaño permitido. Le indiqué que no estaba al tanto de dicha prohibición y que la misma no estaba en la entrada. Insistía que la dejemos en el auto o en algún lado a lo que le marqué que no teníamos auto y veníamos de New York a Philadelphia solo por el partido y que nos volvíamos a Argentina al día siguiente.
Pareció comprender la situación y dijo que lo iba a hablar con un supervisor. Minutos después volvió y nos pidió que llegado el momento del control de seguridad lo hablemos en la entrada.
Llegando al control había unas tres filas y en una de ellas estaba la empleada con la que habíamos hablado antes.
Genial, ella estaba al tanto del problema y pasaríamos sin problema pensé ilusamente. Al vernos llegar se le transformó la cara y con gesto adusto fue a buscar a un superior indicándole el problema de mala manera. El hombre nos decía lo mismo, que no podíamos pasar con esa mochila.
Nuevamente le explicamos nuestra situación pero permanecía inflexible, luego de un rato nos dice que iba a llamar a su supervisora.
Se acerca una mujer y de vuelta lo mismo: no se puede pasar. Ya desesperado le muestro nuestros pasaportes, diciéndoles que somos turistas y no tenemos donde dejar la mochila y que por supuesto no estábamos al tanto de esa prohibición. Le decíamos que con gusto la dejábamos en algún locker o lugar donde ellos nos indiquen pero no había caso, ellos no podían guardar nuestras cosas.
En un momento nos dice que esperemos a un costado que lo va a hablar con su supervisor… ¿CUANTOS SUPERVISORES DE SUPERVISORES HAY EN UN PARTIDO DE NBA?
A esta altura era una mezcla de desesperación y enojo. Esa mochila había pasado a la Estatua de la Libertad, al Monumento a Lincoln, incluso a la ONU! Y no podía pasar a un partido de NBA, que de hecho habíamos visto dos en New York y cero problema.
Finalmente llega el decimoquinto supervisor de supervisores y yo empezaba a explicar otra vez todo. El hombre nos tranquilizó y dijo que no había problema, que nos iba a llevar a una oficina donde íbamos a explicarle la situación a una supervisora (SI, OTRA MAS!!) y que seguro lo iba a entender.
Al entrar a la oficina ya me preparaba a decir todo pero la mujer amablemente me dijo que estaba al tanto y que si no nos molestaba podíamos dejar las cosas en la oficina y ella le pondria un precinto para que nos quedemos tranquilos. Aliviados dejamos todo ahí, incluídos los pasaportes! No se porque hicimos eso, ya que durante el partido estábamos nerviosos por no contar con los pasaportes encima.

En el show del entretiempo un muchacho debía encestar en 45 segundos una bandeja, un tiro libre, un triple y un tiro desde mitad de cancha para que todo el estadio se gane una orden de pollo frito. Empezó bien pero con el triple hizo muchos intentos hasta que lo encestó por lo que solamente le quedaba tiempo para un lanzamiento de mitad de cancha. Adivinen… Si, nuestro héroe la embocó para el delirio de la multitud (en ningún momento del partido se festejó tanto como en ese). Lamentablemente no podríamos disfrutar del pollo gratis ya que había que canjearlo en un local de Philadelphia al día siguiente y ya nos íbamos.
Luego del partido fuimos a tomarnos el metro (con el ticket adquirido previamente) y al rato de empezar el viaje se quedó detenido en una estación. Pasaban los minutos y ahí seguía… la gente ni se inmutaba. Al rato se apagan las luces y las puertas quedan cerradas… la gente nada.
Luego de unos minutos abren las puertas y veíamos que bajaban todos, al parecer hubo un accidente y se interrumpía el servicio.
A todo esto teníamos el micro de regreso a New York y no nos sobraba el tiempo así que salimos apurados de la estación y empezamos a buscar un taxi. Después de un par de cuadras pudimos tomar uno que nos dejo en la parada, a esa altura desconfiábamos de estar en el lugar correcto ya que apenas había un cartelito minúsculo y nadie mas esperaba un bus.
Afortunadamente al rato estábamos de regreso a New York luego de un largo y por sobre todo muy accidentado día en Philadelphia que difícilmente olvidaremos.
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